***El cáncer podrá vencer muchas cosas, hasta la propia vida, pero jamás podrá derrotar la pasión que el célebre pintor hondureño tuvo por el arte pictórico.
Después de una prolongada lucha con el cáncer el pintor hondureño Mario Castillo, murió la tarde de este sábado, como nos lo ha confirmado el joven acuarelista Ulises Rivera.
Según la crítica Mario Castillo, era el mejor retratista de Honduras. Era un orgulloso
sampedrano que nació un 8 de diciembre de 1932 en un hogar de seis
hermanos junto a sus padres Ángela Cárcamo y Matías Castillo.
Sus primeros dibujos los realizó cuando cursaba el cuarto grado en la escuela Lempira. Su madre era la musa de los prometedores trabajos con los que este emblemático artista inició su carrera.
Esos ejercicios plásticos los hizo explorando diversas técnicas como la mixta, ya que mezclaba lápiz con acuarelas dando resultado fantásticos lienzos.
Tras culminar la primaria se mudó a Tegucigalpa donde egresó del Instituto Central de Varones y al poco tiempo, la pasión por la pintura lo llevaron a conocer gente que creyó en él y lo apoyaron en su anhelo por cultivar con estudios, el increíble arte de la pintura.
Uno de ellos fue el maestro Jean Batiste Delagis quien le ayudó en todo. Le gestionó una beca para estudiar la licenciatura en pintura en la Academia de Bellas Artes en Roma, Italia, y en 1956, gracias a que el recordado mandatario Juan Manuel Gálvez costeó sus estudios de arte, logra graduarse con éxito.
Durante su estadía en Roma, conoce a quien fue el amor de su vida y su gran apoyo: Isabel Salgado, quien curiosamente estudiaba para convertirse en soprano lírico ligero en esa misma ciudad europea. De hecho, Mario Castillo la pintó cuando era joven, siendo ésta la primera obra que realizó cuando aún era estudiante.
En 1957 regresa a Honduras e ingresa como docente a la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde un año después es nombrado subdirector y seis años más tarde, se convierte en el director de esta institución.
Pero en ese proceso de vida artística, Mario, ya casado con Isabel un 15 de septiembre de 1954, había trabajado incansablemente en obras que más tarde eran expuestas y eran sensación entre los que sabían de verdadero arte en esa época.
Poco a poco, el hombre de arte, culto, educado, prudente y feliz, se volvía famoso día a día, porque sus obras impresionaban hasta al más exigente.
Mario ya se había decantado por el tema de los ángeles para plasmarlos en lienzos con su distintivo e inconfundible tono marrón, que siempre ha dado vida a sus obras. Estaba en plena ebullición artística, explorando diversas técnicas y etapas que aprendió a manejar al dedillo.
Pasó por el cubismo, el impresionismo, el expresionismo, los retratos, que los hace perfectos según los expertos, hasta llegar a los famosos ángeles que se convirtieron en su fuente de inspiración y que actualmente lo han convertido en un referente mundial de este estilo.
Al admirar la obra de Castillo, se aprecia un claro concepto de arte y expresión por la belleza de la humanidad y su variedad, ya que la figura humana representa “la obra maestra de Dios” y en sus cuadros toma vida etérea y sensible en tonos azafrán, rojos intensos, ocres, algunos verde olivo y hasta los colores barro que se han convertido en el distintivo de sus propuestas que se concreta en verdades artísticas en Honduras.
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