Don Julio Arriola Oliva |
Por Renán Martínez
(Redactor en La Prensa)
Sentado en un viejo sofá de la sala de su casa en Trujillo, Colón, don Julio Arriola Oliva trata de rescatar de su memoria gastada por el tiempo los momentos memorables en su carrera como corresponsal de radio, colmados de anécdotas por su particular manera de informar.
De motorista de motocarros en el apogeo de las bananeras pasó a convertirse en el corresponsal más popular, primero de HRN y luego de Radio América, las dos emisoras en las que llamó la atención del auditorio con su acento garífuna durante casi cincuenta años.
Don Julio en la sala de su habitación en Trujillo, Colón. |
Los Presidentes que ha tenido Honduras se interesaban en conocer al folclórico personaje de radio cuando llegaban a Trujillo, mientras los militares lo respetaban, aunque más de alguno lo puso tras las rejas al no soportar alguna de sus denuncias.
A Julio Arriola Oliva se le atribuyen muchos chascarrillos periodísticos, algunos de los cuales desmiente con una sonrisa y argumenta que son obra de amigos suyos, especialmente de varios que fueron jefes militares y policiales en Trujillo.
Arriola Oliva informando desde Trujillo, Colón. |
Se dice que en cierta ocasión que estaba transmitiendo por teléfono para Radio América, el periodista en cabina Luis Edgardo Escopeta Vallejo le preguntó qué había sobre ciertos abusos que estaba cometiendo la Policía del lugar, de los que el corresponsal no informaba.
Con una voz que denotaba nerviosismo, Arriola respondió: “Hay algo de cierto sobre eso, licenciado, pero no puedo informar porque ellos (la Policía) me están prestando el teléfono”.
En efecto, por lo general, los reportes los hacía desde la delegación policial.
En la boda de una hija |
Otras veces sucedió que los oyentes no entendieron la noticia, como cuando Arriola informó que habían asesinado a una mujer de dos cabezas y provocó una gran revuelo entre la gente. “El hecho ocurrió, pero no es que la mujer tuviera dos cabezas, sino que era originaria de una comunidad que se llama Dos Cabezas, en el municipio de Santa Rosa de Aguán”, aclaró.
Muchas de las anécdotas “son perras de la gente”, dice el hombre de 93 años como buscando un argumento más fuerte con su mirada perdida en el vacío. Lo que sucedía es que a veces trataba de decir las cosas en un lenguaje muy particular y ello no dejaba de causar cierta hilaridad entre los oyentes.
Don Julio saludando al entonces Presidente de la República Carlos Flores Facussé |
Por ejemplo, cuando hallaron el cuerpo sin vida de una prostituta en la playa su titular informativo fue: “Hallan muerta a mujer de todos los trujillanos”.
Algunos funcionarios conocían esas ocurrencias y bromeaban con él cuando llegaban en misión a Colón. “El presidente Carlos Flores y el presidente Carlos Roberto Reina bromeaban mucho conmigo. También Ramos Soto cuando era candidato; incluso me invitaba a una casa de playa que tenía un funcionario de la Portuaria entre Río Negro y Castilla ”, dice Arriola. Allí mismo le daban el teléfono para que llamara a Escopeta Vallejo y pasara la entrevista que le había hecho al entonces candidato del Partido Nacional que andaba en campaña.
Galardonado
Arriola ha sido un hombre muy querido hasta por militares de alto rango como el exjefe de las Fuerzas Armadas, Luis Alonso Discua Elvir, que lo mandó a traer expresamente de Olancho en un vehículo para entregarle un premio por su labor como corresponsal.
También fue premiado por la 105 Brigada Militar, con sede en San Pedro Sula, en una ceremonia sorpresa en la que había varios comunicadores y no se sabía quién sería el galardonado.“Estábamos tomando un refresco cuando llegó una señora y preguntó: ¿Quién es Julio Arriola? Entonces todos los presentes dijeron: Ya sabemos quién es el premiado”.
El mayor galardón recibido por este hombre que apenas logró terminar su educación primaria es el que le entregó el Congreso Nacional en 2007.
“Fui el único negro y de paso coloneño que recibió ese honor cuando se creía que solo los ladinos podían tenerlo”, se jacta.
Sus inicios
Su deseo de ser periodista surgió después que le dieron las prestaciones en la Standard Fruit Company, donde trabajaba como ayudante de mecánica y conductor de motocarros. “Me tocaba transportar a los trabajadores para que repararan la línea del tren, principalmente cuando había desastres”.
Vivía en la comunidad de Montecristo, Atlántida, cuando comenzó a mandar información a Diario matutino, de HRN, con más valor que conocimientos sobre periodismo pues la pobreza apenas le había permitido terminar la educación primaria. Al principio su voz no salía al aire porque no había comunicación telefónica.
“Por la tardecita iba la comunidad de El Porvenir para transmitir por el telégrafo la información que Gustavo Acosta Mejía, director del noticiero, leía al día siguiente”, recuerda.
Por su espíritu combativo, cierta vez fue puesto tras las rejas por un jefe policial al que no le gustó que Arriola denunciara a un agente por haber dejado escapar a unos asaltantes cuando acababan de saquear un negocio. “Vayan a traer a ese moreno, dijo. Solo estuve 15 minutos en la bartolina, pero con eso el oficial ya había pecado contra la libertad de prensa y así se lo hice saber”, dijo.
Hace unos tres años se retiró de la corresponsalía de Radio América, pero sigue reportando para una emisora de Tocoa y otra de La Ceiba, pues, aunque se siente abatido por el peso de los años, conserva la fuerza de la voz, dice.
Por la mañana permanece en la casa que comparte con un hijo y la esposa de este y por la tarde sale con pasos vacilantes a buscar las noticias como para no perder la costumbre.
No se siente vencido todavía ni cree que sea el momento de retirarse de la locución.
No se siente vencido todavía ni cree que sea el momento de retirarse de la locución.
Aun su voz resuena en los aparatos de radio al dar las noticias para terminar con su característico eslogan: “Desde el histórico puerto de Trujillo reportó su corresponsal Julio Arriola Oliva”.
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