Destrucción y escombros es lo que queda de los antes vibrantes
mercados ubicados en el centro de la capital hondureña, justo
en la línea que une a ambas ciudades.
Aún humeantes algunos puntos y en medio de una atmósfera
densa, producto del siniestro que destruyó millares de
puestos de venta, pareciera que el infierno da paso a las
voces de aliento y esperanza. Una especie de resistencia a lo
fallido hace que diversos sectores empiecen a conglomerarse
en torno a la urgencia de atender a las víctimas de la tragedia.Cercanas están las dantescas escenas que ocasionaron una
especie de psicosis colectiva en la población capitalina, aún
impactada por otro descomunal incendio que cobró la vida
de al menos 359 internos en el centro penal de Comayagua,
a menos de 100 kilómetros de la capital.Aquella cruda e impactante tragedia está viva entre los
capitalinos, especialmente porquees Tegucigalpa el centro
de operaciones donde se realizan las centenares de
autopsias y donde los familiares de las víctimas viven
en agonía una interminable espera.
En medio de este trágico devenir, los pobladores de la capital
hondureña han recibido mensajes de aliento. Son muchos
los sectores de la sociedad que se han incorporado a una
jornada en pro de la reconstrucción y el esclarecimiento de
los hechos.
Estas fotos fueron tomadas después del siniestro a excepción
de la primera que es una toma de la humareda desde largo.
Esta es la constancia histórica de un lamentable siniestro que
ha golpeado la economía de muchas familias residentes en la
Capital del país.
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