El panorama político hondureño sufrió tremendo impacto con la sacada del poder del liberal Manuel Zelaya Rosales en un incruento golpe dado por las Fuerzas Armadas al cumplimentar parcialmente una orden Judicial de detener al ex-mandatario por su desacato a disposiciones que declararon inconstitucional la puesta de una cuarta urna para el proceso electoral en que se elegirían a los candidatos de los principales partidos políticos.
Después de todo lo ocurrido a nivel nacional e internacional se llegó a las elecciones generales en que resultó electo el actual presidente Porfirio Lobo Sosa y luego habiendo proseguido una serie de protestas de un grupo disidente y que resentía la defenestración del ex-presidente Zelaya, se congregaron varios grupos que han desembocado en la creación de nuevos partidos que, de ser inscritos por el Tribunal Nacional de Elecciones.
A estas alturas estos partidos perfilados en el panorama político nacional, son fuerzas emergentes que pueden iniciar importantes cambios en la sociedad hondureña, siempre y cuando sus fundadores y dirigentes sepan que hacer para superar los obstáculos y las demandas de la realidad hondureña.
Este análisis tomado de Proceso Digital sirve para tener una partida en procura de una visión de esta nueva etapa de la política nacional. Sírvanse leerlo y formarse sus criterios.
Fuente: Proceso Digital
Tegucigalpa.- Mientras el bipartidismo político que conforman los ancestrales partidos Liberal, opositor, y Nacional, en el poder, avivan sus pasiones de cara a los comicios internos y primarios de este año, en paralelo un pequeño abanico de nuevos movimientos políticos en formación busca romper la hegemonía que estos partidos tienen dentro del sistema político de partidos para convertirse en opciones de “cambio y reformas”.
Los nuevos partidos políticos en formación también quieren romper con la especie de maldición que sigue a los llamados “partidos bonsáis” en la figura del Partido de Innovación y Unidad Social Demócrata (PINU/SD) y la Democracia Cristiana, a los cuales se suma el izquierdista partido de Unificación Democrática (UD) cuyo crecimiento no ha podido romper los esquemas tradicionales bajo los cuales ha venido ejerciendo el sufragio el electorado hondureño, hasta ahora.
Por primera vez, el espectro político electoral hondureño tendrá nuevas ofertas electorales que van desde un “outsider” de la política como es Salvador Nasralla con el Partido Anticorrupción(PAC) hasta dos nuevas facciones de hibrida izquierda en la figura del partido Libertad y Refundación (LIBRE) que lidera el ex presidente Manuel Zelaya y el llamado Frente Amplio Político Electoral en Resistencia (FAPER) bajo la custodia del activista humanitario, Andrés Pavón.
A este abanico se suma el partido de la Alianza Patriótica que lidera el ex jefe de las Fuerzas Armadas y actual gerente de Hondutel, Romeo Vásquez Velásquez, quien confirmó sus aspiraciones presidenciales en el 2013 cuando se desarrollen los comicios generales.
De esta suerte, cuatro nuevos partidos políticos se sumarían a los cinco ya existentes en el actual sistema de partidos políticos, en un ejercicio en el cual unos tendrán muerte súbita y otros es probable que quiten importantes partes del pastel electoral del cual han venido disfrutando hasta ahora los cinco partidos políticos legalmente inscritos.
Ideología de las nuevas fuerzas
En una ubicación ideológica podría indicarse que la derecha hondureña se fraccionaria en una derecha moderada con posturas centristas y otra radical. En la moderada y centrista se ubicarían ahora los partidos Nacional, El Liberal y el Partido Anticorrupción de Salvador Nasralla. En tanto, en el ala dura de la derecha se perfila a la Alianza Patriótica de Romeo Vásquez Velásquez, por su ombligo militar.
De lado de la izquierda, se sitúan a la Unificación Democrática que ahora será acompañada en la apuesta por la toma del poder con Libertad y Refundación de Manuel Zelaya y el FAPER de Andrés Pavón. La izquierda hondureña tendrá también su propia apuesta hegemónica.
En la posición social demócrata y social cristiana se ubican el PINU/SD y la Democracia Cristiana, respectivamente, cuyas doctrinas apuntan a un mayor equilibrio en el juego del poder, al menos en teoría.
En las encuestas de percepción de opinión, dentro de las nuevas fuerzas emergentes, el PAC de Salvador Nasralla encabeza de momento la mayor simpatía en el electorado, pero tiene el enorme desafío de correr contrarreloj en la conformación de estructuras partidarias que no la dan las redes sociales ni las imágenes de la televisión, la dan los cuadros de activistas para defender los votos en la contada.
Nasralla, confía en vencer a sus adversarios con su popularidad y su discurso frontal en contra de la corrupción. A ello, agregó un elemento más: se cree una persona “ungida por Dios” para salvar a Honduras.
“Yo pienso que Dios dijo: Bueno este muchacho es popular, vamos a iluminarlo para que él tome la bandera”, indicó Nasralla en recientes declaraciones de prensa, evidenciando así un discurso político que merece ser “más trabajado” frente al electorado.
Novato en la política, Nasralla atrae simpatías al captar el desencanto que los hondureños tienen por la democracia, pero ello no será suficiente si quiere ganar las elecciones que traducen su triunfo en votos, más que en pantallas y discursos.
Zelaya a la caza de la izquierda
El otro partido en formación que sigue al PAC en las simpatías del electorado, es Libertad y Refundación (LIBRE) del ex presidente Manuel Zelaya, quien optó por abandonar el Partido Liberal para cerrar su giro a la izquierda y desde ahí volver a la toma del poder.
La apuesta de LIBRE la centra en liberales resentidos que abandonaron el partido, el movimiento social y campesino que lideran el Bloque Popular de Juan Barahona y Carlos H. Reyes, junto a Rafael Alegría de la Vía Campesina.
Se suman a este espectro, una parte de la dirigencia magisterial que acompañó a Zelaya en su gobierno.
Todo indica que la aspirante presidencial de LIBRE será la esposa de Zelaya, Xiomara Castro de Zelaya, para no variar la tradicional expansión del nepotismo familiar que practican los partidos tradicionales. LIBRE anuncia que irá a comicios internos no tanto para escoger candidato a la Presidencia pues nadie quiere disputar ese honor a la esposa del ex gobernante que cobró protagonismo al acompañar las acciones callejeras de protesta en contra de la asonada.
Los comicios internos de LIBRE intentan bajar las sórdida lucha de poder que libran los liberales melistas y los izquierdistas fundamentalistas, aunque algunos se atreven a insinuar que al final del proceso todo concluirá en un abrazo con la corriente del Partido Liberal que encabeza Yani Rosenthal.
A diferencia del PAC, el partido en formación LIBRE cuenta con algunas estructuras liberales de activistas, básicas en este tipo de procesos.
El partido del activista humanitario, Andrés Pavón, conocido como FAPER se ha centrado de momento en llenar los requisitos con las firmas, la conformación de estructuras deberá disputarlas con LIBRE y la UD, en un nicho político electoral de entre un 5 y 9 por ciento que conforma tradicionalmente a la izquierda hondureña. Ello lo obliga a buscar el voto independiente o alianzas entre las izquierda liberal-zelayista y la udeísta.
La apuesta del ex general
Pero una fuerza emergente que puede desarrollar un trabajo estratégico más sutil y conformar estructuras rápidamente, es la Alianza Patriótica de Romeo Vásquez Velásquez, por esa disciplina y formación militar que caracteriza a los uniformados.
En las comparecencias públicas, los integrantes de la Alianza Patriótica se ven un poco más ordenados en sus objetivos y cuentan en el trabajo de hormiga con los reservistas y ex militares que simpatizan con el movimiento a nivel nacional. De ahí que se les ubique como un partido de derecha radical que si bien no tiene grandes opciones para disputar la Presidencia en este proceso, pueden ser un factor sorpresa en algunos años, ya que su apuesta no es ahora, sino a futuro.
¿Quién sobrevivirá y quién no? En este pulso político todo dependerá de la ley electoral y el papel del Tribunal Supremo Electoral que no pudo lograr que el Congreso abrazar la nueva ley electoral, más abierta que la actual, porque entre los diputados—agobiados por los trancazos y aspiraciones políticas—no hay ambiente ni voluntad política, tal y como quedo evidenciado la noche de este lunes en el cierre de la segunda legislatura.
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