“Medios” es, en muchos sentidos, un término antiguo.
Un “medio” es, en el sentido estricto, un agente de transmisión.
Los antiguos creían que el universo estaba conformado por el medio del éter. Para que se entienda mejor, el aire, o el agua, es un medio.
En este sentido, un medio de transmisión -o comunicación- es un agente neutro. Sin embargo, se puede apreciar con facilidad que a pesar de su estado aparentemente objetivo, la naturaleza de un medio ya determina el tipo y la calidad de la información que puede pasar por él.
De allí la importancia que tiene el saber escoger los medios que habrán de influir en nuestro comportamiento y por lo tanto en nuestra vida.
La pobreza de conocimientos y/o descuido de los emisores son fatales para quien queda atrapado en el entretenimiento con asuntos baladís pudiendo utilizar ese tiempo en cosas de más valor.
Así que debemos deducir que no son los medios los culpables de sus impactos negativos, sino que somos nosotros mismos al seleccionarlos y seguirlos.
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