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27/2/12

GEOPOLÍTICA: Centroamérica vuelve a ocupar espacio en la agenda de Washington

Tras una década de ausencia, casi de abandono, en Centroamérica, Estados Unidos ha vuelto a poner su mirada en la región, y como ocurrió en el pasado, lo hace cuando sus intereses de seguridad se ven amenazados, solamente que en esta ocasión el enemigo es diferente.
- Las visitas del vicepresidente Joe Biden y la Secretaria de Seguridad, Janet Napolitano, esta semana son la expresión que Estados Unidos vuelve a interesarse por la región.ce de los carteles de las drogas es vista como una amenaza a la seguridad estadounidense, por lo que Centroamérica vuelve a su posición de muro de contención.
Prueba de ello es que en una semana dos altas figuras de la administración de Barack Obama visitarán la zona, incluyendo a México, para centrarse en los temas del combate a las poderosas mafias del narcotráfico, otras del crimen organizado, así como comercio.
Primero será la secretaria de Seguridad, Janet Napolitano, y posteriormente visitará la zona el vicepresidente Joe Biden quienes se encargarán de llevar el mensaje de Washington a la zona, que se ha convertido, como a finales del siglo pasado, en cruciales para implementar la nueva política de seguridad de la Casa Blanca.
Centroamérica, por su posición geográfica, está destinada a servir de retaguardia o primera línea de defensa de Washington, por lo cual cada vez que existe una amenaza a su seguridad, tanto como nación líder del capitalismo o como ocurre en la actualidad con el narcotráfico, la región debe jugar un papel diseñado en la capital estadounidense.
En los años 80 y 90 de finales del siglo pasado, Washington centró parte de su política exterior en esta zona, considerada tradicionalmente como su traspatio, cuando grupos guerrilleros aprovecharon el descontento con la tradicional clase gobernante y montaron procesos revolucionarios, apoyados por la ya desaparecida Unión Soviética y la Cuba revolucionaria de los hermanos Castro.
El triunfo de los entonces revolucionarios sandinistas en Nicaragua, el auge del guerrillero Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador y de la insurgente Unidad Revolucionaria Nacional de Guatemala (URNG), hizo que la entrante administración de Ronald Reagan en la Casa Blanca, en los 80 del siglo pasado, centrará su mirada a la región e impulsará una política de contención que evitará la caída de los gobiernos amigos de los estadounidenses ante los movimientos insurgentes.
Honduras vio como miles de soldados estadounidenses se instalarán en el país, además de otros miles que venían a los llamados “juegos de guerra” o ejercicios militares combinados con Honduras.
Los gobiernos derechistas de Guatemala y El Salvador recibieron millones de dólares en asistencia militar con el fin de derrotar la amenaza de la URNG y del FMLN, mientras Honduras jugó el papel de centro de operaciones de decenas de miles de combatientes antisandinistas aglutinados en la llamada “Contra”, que buscaba derrocar por la vía militar al régimen sandinista de Daniel Ortega.
Tras la derrota sandinista, curiosamente por la vía electoral y no militar, los procesos de paz en Guatemala y El Salvador, y la caída del bloque soviético la región dejó de ser una pieza maestra en el ajedrez político internacional y quedo nuevamente relegada por la Casa Blanca.
Washington centro a principios del presente siglo XXI su mirada, y con ello su fuerza militar, en el Medio Oriente y Afganistán, ya que sus nuevas amenazas provenían de gobiernos y grupos islámicos radicales que lo tenían como objetivo de ataques.
Tras los atentados del 11 de septiembre del 2011 contra las Torres Gemelas de Nueva York, el Pentágono y otro frustrado, la administración de George Bush hijo decidió embarcarse en costosas operaciones militares en Afganistán y después en Irak.
La Casa Blanca de Bush hijo y la dirigencia militar del Pentágono coincidieron en sus posiciones en cuanto a remover el régimen de los Talibanes en Afganistán, que habían albergado a la red de Al Qaeda de Osama Bin Laden.
Una vez depuestos los talibanes, Washington centró su mirada en otro enemigo como fue el régimen de Sadam Hussein en Irak, el cual fue derrocado en una invasión militar iniciada en marzo y concluido en mayo del 2003.
Durante toda la primera década del presente siglo XXI, el poder político y militar en Washington estuvieron centradas en Medio Oriente y Afganistán, a pesar de los desastres de la política y que los objetivos planteados nunca fueron validados, como ser la existencia de armas de destrucción masiva en Irak.

NUEVA AMENAZA



Mientras Washington eliminaba sus enemigos islámicos y se mantenía ausente de Latinoamérica, una amenaza real se estaba gestando en la región, las poderosas bandas de narcotraficantes.
Tras la desarticulación de los carteles colombianos, los nuevos jerarcas del narcotráfico se formaban en México, en la mera frontera con Estados Unidos.
Durante una década los mexicanos lograron fortalecer y expandir sus actividades ilegales y se apoderaron del negocio.
Sudamérica paso a ser solamente un suministrador de la droga, pero el filón del negocio, controlar las lucrativas rutas para hacer llegar el producto al codiciado mercado estadounidense, paso a ser manejado por los grupos mexicanos.
A sangre y fuego los grupos se instalaron como los nuevos reyes de las drogas en la frontera de México con Estados Unidos y parte de la violencia ya está exportándose al propio suelo estadounidense.
Washington ha vuelto sus ojos a México y Centroamérica con el fin de controlar los flujos de droga y la violencia generada producto de la actividad criminal.
En los últimos años la Casa Blanca ha impulsado las iniciativas conocidas como Mérida y de Centroamérica para tratar de potenciar a las fuerzas policiales, fiscalías y poderes judiciales de la región a fin de combatir eficazmente a los carteles.

OFENSIVA



Como parte de esa nueva mirada hacia la región, que coincide con su retirada de Irak a finales del año pasado y su compromiso de reducir parcialmente sus actividades en Afganistán de cara a una retirada total en los próximos años, Washington vuelve a interesarse en sus vecinos cercanos.

Esta semana comienza la expresión del nuevo interés de Washington por la región, manifestada a través de la visita de sus altos funcionarios y dirigentes políticos.
La secretaria Napolitano comenzará el lunes 27 su periplo por la región con su visita a Guatemala.
Y el primer visitado no fue elegido al azar, sino que responde a sus intereses, ya que el derechista presidente guatemalteco, Otto Pérez, propuso hace unas semanas la despenalización de la actividad del narcotráfico y propone que dicho tema sea discutido por los mandatarios en las próximas reuniones, en especial la Cumbre de las Américas que se realizará en abril próximo en Colombia.
Washington ha reaccionado negativamente a la propuesta de Guatemala y busca el apoyo del resto de gobiernos.


Tras su estadía en Guatemala, Napolitano continuará su periplo por la región con visitas a El Salvador, Costa Rica, panamá y México.
Napolitano se hará acompañar del subcomisionado de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos, David Aguilar; y el subsecretario para Asuntos Internacionales del Departamento de Seguridad Nacional, Alan Bersin.
Mientras Napolitano cierra su visita en la región, el domingo entrante, 4 de marzo, viajará a México y Honduras el vicepresidente Biden.
Como siempre los temas a tratar serán seguridad, lucha contra narcotráfico con los mandatarios Felipe Calderón y Porfirio Lobo Sosa, de México y Honduras respectivamente.
La Casa Blanca apuntó que además del encuentro bilateral entre Biden y Lobo, también acudirán a Tegucigalpa el resto de mandatarios centroamericanos para tener una reunión con el segundo en la línea de mando en Estados Unidos.
Aunque oficialmente, según la nota estadounidense, la invitación al resto de presidentes del área la hizo Lobo Sosa por ostentar la presidencia pro tempore del Sistema de Integración Centroamericana (Sica).
Las visitas de Napolitano y Biden servirán de base para próximas que realizarán los funcionarios estadounidenses, preocupados porque la agenda de la lucha contra las drogas se va independizando de la línea fijada por Washington.

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