LOS DIAS PASAN EN MINUTOS... Y SIN SABER POR QUE
Cuando somos niños cada día es un mundo. Los veranos, por ejemplo, son interminables. Pero a medida que nos hacemos mayores nos da la impresión de que los días vuelan y un verano pasa como un suspiro. Neurocientíficos y psicólogos dan vueltas a este fenómeno desde hace tiempo y hay algunas teorías que intentan explicarlo.
Nuestro cerebro no es como un ordenador, es un órgano vivo mucho más complejo y diverso. Y a veces nos 'engaña'.
Integra mucha información (estímulos del exterior y también del interior de nuestro organismo) y la interpreta de una manera u otra según las circunstancias. Por eso, no percibimos el paso del tiempo como una representación exacta de la realidad, que es la que marcan los relojes.
David Eagleman es un neurocientífico que estudia precisamente fenómenos relacionados con la percepción del tiempo en su Laboratorio de Tiempo y Percepción en el Baylor College of Medicine. Él explica la aceleración de la vida a medida que nos hacemos mayores por el gasto energético de nuestro cerebro cuando procesamos información.
Según su teoría, cuando la experiencia es nueva, nuestro cerebro gasta más energía. Es así porque prestamos más atención y registramos más detalles que cuando la experiencia es repetida. Este esfuerzo mental nos produce la sensación de que el tiempo transcurrido es mayor.
Cuando la experiencia es repetida no hemos de 'escribir' tantos datos nuevos en nuestro cerebro porque ya los conocemos y gastamos menos energía en hacernos la representación mental de lo que está sucediendo.
Por ejemplo, cuando nos desplazamos por primera vez a un lugar determinado desde nuestra casa tenemos que estar atentos para realizar el camino correctamente y no perdernos. Sin embargo, cuando nos aprendemos el camino llegamos al destino 'sin pensar'. Tanto es así que a veces vamos tan ensimismados en pensamientos que nada tienen que ver con la ejecución del trayecto que no recordamos absolutamente nada del mismo.
La mayoría de las experiencias nuevas se acumulan durante la niñez, adolescencia y primera juventud. Por eso, durante esos años parece que el tiempo es más largo. Así que para sentir que nuestra vida es más larga, el truco está en hacer actividades distintas cada día.
El profesor de psicología Douwe Draaisma de la Universidad de Groninger (Holanda) ha escrito un libro titulado ¿Por qué el tiempo vuela cuando nos hacemos mayores? (Alianza Editorial).Cree que es imposible realizar una investigación experimental directa del fenómeno porque sucede en un periodo demasiado largo (una vida).
Él ha recogido escritos y artículos científicos actuales y de hace siglos que reflexionan y buscan una respuesta al fenómeno y su conclusión coincide con la explicación de Eagleman."El tiempo psicológico discurre en un reloj interno guiado por nuestros recuerdos. La duración y el ritmo son fabricados por la memoria", comenta en el libro.
Y hace referencia a un fragmento de Principios de Psicología escrito por el psicólogo y filósofo estadounidense William James en 1890 que atribuía el acortamiento de los años a la monotonía de los recuerdos.
La experiencia se convierte en una rutina automática de la que apenas somos conscientes "Durante nuestros años de juventud tenemos alguna experiencia totalmente nueva cada hora del día, subjetiva u objetiva, la capacidad de retención es fuerte, y nuestros recuerdos de esa época […] son detallados", explica.
"Pero cada año que pasa esa experiencia se convierte en una rutina automática de la que apenas somos conscientes. Los días y las semanas se diluyen en nuestro recuerdo hasta convertirse en unidades carentes de contenido.ido".
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