Viejas leyendas nórdicas o escandinavas mencionan que los vikingos, para orientarse en el mar, utilizaban una piedra solar brillante que, dirigida hacia el cielo, revelaba la posición del Sol aun cuando estuviera cubierto por las nubes.
En 1967 un arqueólogo danés, Thorkild Ramskou, sugirió que esta piedra podría haber sido un cristal polarizador como el espato de Islandia, una forma transparente de calcita, común en Escandinavia.
La luz contiene ondas electromagnéticas que oscilan de manera perpendicular a la dirección en la que viaja. Cuando las oscilaciones apuntan todas en la misma dirección, la luz está polarizada.
Un cristal polarizador permite que pase a través de él sólo la luz polarizada procedente de ciertas direcciones.
Por esto, el arqueólogo defendía que, sosteniendo un cristal de calcita ante el cielo y rotándolo para comprobar la dirección de la polarización de la luz que pasa a través de él, los vikingos podrían haber deducido la posición del Sol, incluso oculto tras las nubes o la niebla, o justo bajo el horizonte.
Desde entonces los historiadores han debatido la hipótesis. Algunos han defendido que esta técnica habría sido inútil, pues sólo funcionaría si el cristal apuntara a ciertas zonas de cielo claro, y en tales condiciones sería posible estimar la posición del Sol a simple vista.
Sin embargo para los científicos el misterioso instrumento solar de navegación, sí pudo ser el espato islandés. Los vikingos, lobos de mar de Escandinavia que viajaron a lo largo y ancho del Norte de Europa, las Islas Británicas y el Atlántico Norte de los años 750 a 1050, eran excelentes navegantes, capaces de cruzar miles de kilómetros de mar abierto entre Noruega, Islandia y Groenlandia. Posiblemente, la luz diurna perpetua durante la estación de verano en el extremo norte habría impedido que usaran a las estrellas como guía para ubicarse, y la brújula magnética, inventada en el siglo XIII, aún no se había introducido en Europa, aunque habría tenido un uso limitado por la cercanía del Polo Norte.
En los días nublados o con neblina, los navegantes se habrían guiado con la dirección que les indicaban el viento y las olas.
Un equipo internacional de científicos, en un estudio que publica Proceedings of the Royal Society, asegura que los espatos islandeses funcionan como las míticas piedras solares, e incluso consiguieron polarizar la luz que estaba dispersada por las nubes. El espato de Islandia es una variedad de calcita transparente y romboédrica que tiene una doble refracción. Al levantar las piedras, los vikingos navegantes las pudieron haber usado para posicionar el sol en el cielo.
La luz contiene ondas electromagnéticas que oscilan de manera perpendicular a la dirección en la que viaja. Cuando las oscilaciones apuntan todas en la misma dirección, la luz está polarizada.
Un cristal polarizador permite que pase a través de él sólo la luz polarizada procedente de ciertas direcciones.
Por esto, el arqueólogo defendía que, sosteniendo un cristal de calcita ante el cielo y rotándolo para comprobar la dirección de la polarización de la luz que pasa a través de él, los vikingos podrían haber deducido la posición del Sol, incluso oculto tras las nubes o la niebla, o justo bajo el horizonte.
Desde entonces los historiadores han debatido la hipótesis. Algunos han defendido que esta técnica habría sido inútil, pues sólo funcionaría si el cristal apuntara a ciertas zonas de cielo claro, y en tales condiciones sería posible estimar la posición del Sol a simple vista.
Sin embargo para los científicos el misterioso instrumento solar de navegación, sí pudo ser el espato islandés. Los vikingos, lobos de mar de Escandinavia que viajaron a lo largo y ancho del Norte de Europa, las Islas Británicas y el Atlántico Norte de los años 750 a 1050, eran excelentes navegantes, capaces de cruzar miles de kilómetros de mar abierto entre Noruega, Islandia y Groenlandia. Posiblemente, la luz diurna perpetua durante la estación de verano en el extremo norte habría impedido que usaran a las estrellas como guía para ubicarse, y la brújula magnética, inventada en el siglo XIII, aún no se había introducido en Europa, aunque habría tenido un uso limitado por la cercanía del Polo Norte.
En los días nublados o con neblina, los navegantes se habrían guiado con la dirección que les indicaban el viento y las olas.
Un equipo internacional de científicos, en un estudio que publica Proceedings of the Royal Society, asegura que los espatos islandeses funcionan como las míticas piedras solares, e incluso consiguieron polarizar la luz que estaba dispersada por las nubes. El espato de Islandia es una variedad de calcita transparente y romboédrica que tiene una doble refracción. Al levantar las piedras, los vikingos navegantes las pudieron haber usado para posicionar el sol en el cielo.
A comienzos de año en otro estudio, dado a conocer en Philosophical Transactions of the Royal Society. Gabor Horváth investigador óptico de la Universidad de Eötvös en Budapest, y Susanne Åkesson, ecóloga de migraciones de la Universidad de Lund en Suecia, experimentaron con fotografías de cielos parcialmente nubosos o en ocaso en el norte de Finlandia tomadas con una lente “ojo de pez”, es decir de 180º. Quisieron saber si voluntarios podían establecer la posición de Sol.
Los errores de hasta 99º llevaron a concluir que los vikingos no podían haber dependido de la simple vista para evaluar la posición del Sol. Después, midieron los patrones de polarización de todo el cielo bajo un rango de condiciones atmosféricas durante una travesía del Océano Ártico a bordo del rompehielos sueco Oden5,6. En días nublados o condiciones totalmente cubiertas, el patrón de luz polarizada era similar al de cielos despejados.
Ahora los nuevos resultados muestran que los espatos islandeses, formados por carbonato de calcio cristalizado y que pueden ser fácilmente cortados y moldeados en forma de rombo, lo cual es clave para que se produzca el efecto polarizador, podrían haber sido la materia prima de las míticas piedras solares. Una de esas piedras fue descubierta en un barco isabelino que naufragó en 1592.
Para Sean McGrail, experto en navegación antigua de la Universidad de Oxford, el estudio no es una prueba para indicar si realmente los vikingos utilizaron esos cristales.
"La gente ya navegaba mucho antes sin estos instrumentos", señala. Registros escritos indican que los vikingos y los primeros navegantes medievales cruzaban el Atlántico Norte usando la posición del Sol en días claros como guía, apoyándose también en las líneas de costa, patrones de vuelo de las aves, rutas de migración de las ballenas y nubes lejanas sobre islas, dice a su vez Christian Keller, especialista en arqueología del Atlántico Norte en la Universidad de Oslo, quien afirma no descartar que los vikingos también usaran 'piedras solares', pero espera pruebas arqueológicas, como un naufragio con un cristal a bordo.
Ahora los nuevos resultados muestran que los espatos islandeses, formados por carbonato de calcio cristalizado y que pueden ser fácilmente cortados y moldeados en forma de rombo, lo cual es clave para que se produzca el efecto polarizador, podrían haber sido la materia prima de las míticas piedras solares. Una de esas piedras fue descubierta en un barco isabelino que naufragó en 1592.
Para Sean McGrail, experto en navegación antigua de la Universidad de Oxford, el estudio no es una prueba para indicar si realmente los vikingos utilizaron esos cristales.
"La gente ya navegaba mucho antes sin estos instrumentos", señala. Registros escritos indican que los vikingos y los primeros navegantes medievales cruzaban el Atlántico Norte usando la posición del Sol en días claros como guía, apoyándose también en las líneas de costa, patrones de vuelo de las aves, rutas de migración de las ballenas y nubes lejanas sobre islas, dice a su vez Christian Keller, especialista en arqueología del Atlántico Norte en la Universidad de Oslo, quien afirma no descartar que los vikingos también usaran 'piedras solares', pero espera pruebas arqueológicas, como un naufragio con un cristal a bordo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario