Asesinatos de científicos nucleares, un sofisticado ciberataque, y el fin de semana pasado, una misteriosa explosión en un arsenal que mató al "padrino" del programa iraní de misiles balísticos.
La explosión en la base de Bid Ganeh fue tan potente que mató a 17 soldados de la Guardia Revolucionaria e hizo temblar las ventanas en Teherán, a varios kilómetros de distancia.
Irán asegura que se trató de un accidente, pero pocos de los que siguen de cerca los acontecimientos en ese país se lo creen.
Se habla de que Israel está contemplando un ataque militar, en un intento desesperado por destruir el supuesto programa iraní de fabricación de una bomba atómica, pero al parecer, hace tiempo que fue puesta en marcha una operación encubierta para detenerlo.
Mahan Abedin, editor de Vigilancia del Terrorismo, publicado por la Fundación Jamestown, afirma que "el asesinato de los científicos y la introducción del virus" constituyen "terrorismo de Estado".
Al menos tres científicos nucleares iraníes han muerto violentamente en los últimos dos años, y el último invierno, un virus informático cuyo nombre en clave era Stuxnet se introdujo en el sistema que controla las centrifugadoras de enriquecimiento de uranio iraní, causándoles un gran daño que ha retrasado el programa durante varios meses.
Nadie, por supuesto, se atribuye la responsabilidad por esas acciones, pero muchos creen que los espías estadounidenses ayudaron a crear el virus, y las autoridades iraníes han acusado a Israel de estar detrás de los asesinatos.
De todos los países de la región que se sienten amenazados por Irán, a Israel es al que más alarma el programa nuclear iraní.
El ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, mostró el domingo su satisfacción con la noticia de la explosión en Irán. "No conozco el alcance de esa explosión, pero sería deseable que se multiplicarán", manifestó Barak.
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